A la caída de la tarde, cuando se pone el sol, y las nubes brillan como si fuesen de oro por entre las chimeneas, en las estrechas calles de la gran ciudad solía oírse un sonido singular, como el tañido de una campana; pero se percibía solo por un momento, pues el estrepito del transito rodado y el griterío eran demasiado fuertes.
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Descripción
La campana
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Libros Biblioteca UCE