Torta para enemigos

Enunciado

Torta para enemigos

Derek Munson

Estaba siendo un verano perfecto hasta que Jaime Ross se mudó justo a la casa de al lado de mi mejor amigo, Esteban. Jaime no me gustó. Organizó una fiesta y ni siquiera me invitó. Pero sí invitó a mi mejor amigo Esteban.

Nunca había tenido un enemigo hasta que Jaime vino a vivir al barrio. Mi padre me dijo que cuando tenía mi edad también tuvo enemigos. Pero sabía una forma para deshacerse de ellos.

Mi padre sacó un pedazo de papel viejo de un libro de recetas.

-Torta para enemigos -, dijo satisfecho.

Puede que te preguntes qué es exactamente una torta para enemigos. Mi padre me dijo que la receta era tan secreta que ni siquiera podía contármela a mí. Le rogué que me contara algo, pero no hubo manera.

-Te diré una cosa, Tomás -, me dijo. -La torta para enemigos es el método más rápido que se conoce para deshacerse de los enemigos.

Esto me hizo pensar ¿qué clase de ingredientes asquerosos pondría yo en la torta para enemigos? Le llevé a mi padre gusanos y piedras, pero me las devolvió en seguida.



Salí a jugar. Durante todo ese rato escuchaba el ruido que hacía mi padre en la cocina. Después de todo, este podía ser un verano genial.

Intenté imaginar el horrible olor de la torta para enemigos. Pero me llegó un olor muy agradable. Por lo que parecía venía de nuestra cocina. Estaba confundido.

Entré para preguntarle a mi padre qué pasaba. La torta para enemigos no tenía que oler tan bien. Pero mi padre era inteligente. -Si huele mal, tu enemigo nunca se la va a comer -, dijo. Se notaba que había hecho esa torta antes.

El reloj del horno sonó. Mi padre se puso unos guantes y sacó la torta. ¡Se veía lo suficientemente rica como para comérsela! Yo empezaba a entender.

Pero aún no estaba seguro de cómo funcionaba esa torta para enemigos. ¿Qué les hacía exactamente a los enemigos? Puede que hiciera que se les cayera el pelo o que su aliento oliera mal. Pregunté a mi padre, pero no fue de ayuda.

Mientras la torta se enfriaba, mi padre me contó lo que yo tenía que hacer.

-Para que funcione, tienes que pasar un día con tu enemigo. Y, además, tienes que ser simpático con él. No es fácil, pero es la única forma de que la torta para enemigos funcione. ¿Estás seguro de que quieres hacer esto? -, me dijo.



Por supuesto que lo estaba.

Todo lo que tenía que hacer era pasar un día con Jaime y, después, desaparecería de mi vida. Fui en bici hasta su casa y toqué la puerta.

Cuando Jaime abrió la puerta, parecía sorprendido.

-¿Puedes salir a jugar? -, le pregunté.

Parecía confundido. -Voy a preguntárselo a mi madre -, dijo. Y volvió con los zapatos en la mano.

Anduvimos en bici un rato y luego comimos. Después de comer fuimos a mi casa.

Era extraño, pero me estaba divirtiendo con mi enemigo. No podía contárselo a mi padre, pues había trabajado mucho para hacer la torta.

Jugamos hasta que mi padre nos llamó para la cena.

Mi padre había hecho mi comida favorita. ¡Resultó que también era la favorita de Jaime! Quizás Jaime no era tan malo después de todo. Empecé a pensar que tal vez debíamos olvidarnos de la torta para enemigos.

-Papá -, dije-, es genial tener un amigo nuevo. Intentaba decirle que Jaime ya no era mi enemigo. Pero mi padre se limitó a sonreír y asentir. Creo que pensó que yo estaba disimulando.

Pero después de cenar, mi padre trajo la torta. Sirvió tres platos y nos pasó uno a mí y otro a Jaime.



-¡Vaya! -, exclamó Jaime, mirando la torta.

Me entró el pánico ¡No quería que Jaime comiera la torta para enemigos! ¡Era mi amigo!

-¡No te la comas! -, le grité- ¡Está mala!

El tenedor de Jaime se detuvo antes de llegar a su boca. Me miró con cara extraña. Me sentí aliviado. Acababa de salvarle la vida.

-Si está tan mala, ¿por qué tu padre se ha comido ya la mitad? -, preguntó Jaime.

Era cierto, mi padre se estaba comiendo la torta para enemigos.

-Qué buena -murmuró mi padre. Me quedé sentado viéndolos comer. ¡A ninguno de los dos se le caía el pelo! Parecía no tener problemas, así que probé un pedacito. ¡Estaba deliciosa!

Después del postre, Jaime me invitó a ir a su casa al día siguiente por la mañana.

En cuanto a la torta para enemigos, sigo sin saber cómo hacerla. Aún me pregunto si los enemigos realmente la odian, si se les cae el pelo o si su aliento se vuelve apestoso. Pero no sé si algún día sabré la respuesta, pues precisamente perdí a mi mejor enemigo.

Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación Cultura y Deporte de España 2013. Ilustrado por Tara Calahan.

Durante la cena, ¿por qué Tomás empezó a pensar que él y su padre debían olvidarse de la torta para enemigos?

Alternativas

A) Porque Tomás empezaba a hacer amigo de Jaime.

B) Porque Tomás no quería compartir el postre con Jaime.

C) Porque Tomás quería que la torta para enemigos fuera un secreto.

D) Porque Tomás no creía que la torta para enemigos fuera a funcionar.