Juanito y las semillas

Enunciado

Juanito y las semillas

Había una vez un niño llamado Juanito que vivía en una pequeña cabaña con su madre viuda. Eran muy pobres. Lo único que tenían era un vieja vaca y si no fuese por su leche, muchas veces se habrían acostado sin comer. Pero un buen día, la vaca ya no dio más leche. Entonces la madre le dijo a Juanito:

-Hijo mío, ya no tenemos nada que comer. Mañana debes llevar la vaca al mercado para venderla. Procura conseguir por ella la mayor cantidad posible de dinero.

Juanito obedeció y en el camino se encontró a un viejo que llevaba en la mano un saquito lleno de semillas de colores. El anciano le preguntó dónde iba y cuando Juanito se lo dijo, le ofreció darle cinco semillas a cambio de la vaca, diciéndole que eran semillas mágicas. El muchacho aceptó encantado y mientras el hombre satisfecho con el negocio se alejaba con su vaca, Juanito corrió a su casa a mostrarle las semillas a su madre.

Cuando la pobre mujer escuchó la historia, se enojó muchísimo.

-¿Cómo se te ocurre? -, exclamó-. ¡Cambiar nuestra linda vaca por cinco semillas! ¿De qué nos van a servir? ¡Ni siquiera alcanzan para hacer una sopa!

Muy disgustada, tiró las semillas por la ventana y mandó a Juanito a acostarse sin comer. Al día siguiente, al despertar, Juanito notó que su habitación estaba llena de extrañas sombras. Se acercó a la ventana y vio que las semillas mágicas habían germinado. Una inmensa planta trepadora cubría la ventana y se elevaba por sobre las copas de los árboles, extendiéndose hacia lugares donde no alcanzaba a llegar la vista. Sin pensarlo dos veces, Juanito saltó por la ventana y comenzó a trepar por el larguísimo tallo hasta que comenzó a perder el aliento. Cuando finalmente llegó a la punta de la planta, se encontró en un extraño país y vio a lo lejos un hermoso castillo. Corrió hacia él y llamó a la puerta. Una mujer muy alta le abrió y Juanito le suplicó que le diera alojamiento y comida por una noche.

-¿Estás loco? -, repuso la mujer-. ¿No sabes que mi marido es un ogro que se come a todos los niños? ¡Debes huir de aquí cuanto antes!

Pero Juanito le dijo:

-¿No podrías esconderme en algún sitio? Estoy hambriento y no tengo donde dormir.

-Está bien, haré lo que pueda -, dijo la mujer- pero prométeme que escaparás al amanecer.

Lo llevó a la cocina y le sirvió una buena cena. No había aún terminado de comer cuando oyeron los pesados pasos del gigante. Rápidamente, Juanito se escondió en el horno y, en ese mismo momento, entró el ogro a la cocina.

-¡Siento olor a carne humana aquí! -, exclamó con voz terrible.

-¡Qué tonterías dices! -, dijo la mujer-. Lo que hueles es el cerdito que te preparé para la cena. Siéntate a comer.

El ogro, con gran apetito, se sentó a comer y cuando hubo terminado gritó:

-¡Mujer, tráeme mi saquito de oro!

La mujer puso una bolsa de oro sobre la mesa y el marido, después de entretenerse contando sus monedas, las volvió a guardar en el saquito y empezó a bostezar. Al poco rato, cayó el ogro en un sueño profundo. Roncaba tan fuerte que hacía temblar las paredes. ​Al oír los ronquidos, Juanito saltó del horno, cogió la bolsa llena de monedas y, corriendo lo más rápido que pudo, alcanzó la planta mágica y bajó ágilmente por sus ramas.

Lleno de alegría llegó a su casa. Entregó el dinero a su madre, le contó lo que le había sucedido y, por varios meses, vivieron cómodamente. Pero llegó un día en que la bolsa ya no tenía ni una sola moneda más. Juanito trepó otra vez por la planta, se dirigió al castillo y, nuevamente, le pidió a la mujer del ogro que le diera de comer y le permitiera pasar la noche. Tanto insistió Juanito que, al fin, la mujer se compadeció de él y después de alimentarlo, le permitió esconderse en un baúl.

Volvió el ogro de sus correrías y, al entrar en la cocina, gritó con espantosa voz:

-¡Siento olor a carne humana aquí!

-¡Qué tonterías dices! -, replicó la mujer-. Lo que hueles es la vaca que te he preparado para cenar.

El gigante se sentó gruñendo y empezó a comer hasta hartarse…

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Asensi Julia and Josep Cabrinety. Brisas de primavera: cuentos para niños y niñas. Libreria de Antonio J. Bastinos 1897. Fragmento.

Según el texto, ¿cómo se alimentaban en un comienzo Juanito y su mamá?

Alternativas

A) Con semillas de colores.

B) Con una planta trepadora.

C) Con la leche de una vieja vaca.

D) Con un cerdito que habían asado.