Objetivo
Objetivos
Objetivos
Objetivos
Grupo: Título del recurso
LE04 OA 04
Profundizar su comprensión de las narraciones leídas: extrayendo información explícita e implícita; determinando las consecuencias de hechos o acciones; describiendo y comparando a los personajes; describiendo los diferentes ambientes que aparecen en un texto; reconociendo el problema y la solución en una narración; expresando opiniones fundamentadas sobre actitudes y acciones de los personajes; comparando diferentes textos escritos por un mismo autor.
Clasificaciones
Curso: 4° básico
Asignatura: Lenguaje y comunicación / Lengua y literatura
Eje: Lectura / Comprensión de lectura
- Recursos
- Indicadores
- Aprendizajes Esperados y Criterios
- Evaluaciones**
- Arma tu evaluación
- Contextualización cultural
Priorización

Ficha Pedagógica para la Priorización Curricular: Lenguaje 4° Básico OA 4

Ficha Pedagógica para la priorización curricular: Tecnología 4° básico OA01

Ficha Pedagógica para la priorización curricular: Tecnología 4° básico OA01
Actividades

Programa de apoyo compartido: Lenguaje y Comunicación 4° básico - Período 1

Programa de apoyo compartido: Lenguaje y Comunicación 4° básico - Período 2

Programa de apoyo compartido: Lenguaje y Comunicación 4° básico - Período 3

Programa de apoyo compartido: Lenguaje y Comunicación 4° básico - Período 4
Imágenes y multimedia
Lecturas
Lecturas sugeridas y bibliografía
Libros Biblioteca Digital Escolar (BDE)
Indicadores
Indicadores Unidad 1
- Aluden, en sus comentarios orales y escritos, a información explícita de un texto.
- Contestan, oralmente o por escrito, preguntas que aluden a información implícita del texto.
- Explican las consecuencias que tienen las acciones de ciertos personajes.
- Explican, oralmente o por escrito, los problemas que enfrentan los personajes y cómo se resuelven.
- Comunican qué sentirían ellos si estuviesen en el lugar de determinado personaje mediante comentarios orales o escritos, dramatizaciones, dibujos u otras manifestaciones artísticas.
- Describen a los personajes usando información explícita e implícita del texto.
- Comparan personajes de diferentes textos en organizadores gráficos, redacciones o comentarios, señalando en qué se parecen y qué diferencias son significativas.
- Subrayan en el texto adjetivos o frases que describen el ambiente.
- Describen, dibujan o recrean el lugar donde ocurre el relato.
- Expresan una postura frente a un hecho, una acción o una actitud de un personaje del texto leído.
- Fundamentan su postura a partir de ejemplos del texto.
- Explican por escrito las similitudes que existen entre al menos dos textos escritos por un mismo autor.
Indicadores Unidad 2
- Aluden, en sus comentarios orales y escritos, a información explícita de un texto.
- Contestan, oralmente o por escrito, preguntas que aluden a información implícita del texto.
- Explican las consecuencias que tienen las acciones de ciertos personajes.
- Explican, oralmente o por escrito, los problemas que enfrentan los personajes y cómo se resuelven.
- Comunican qué sentirían ellos si estuviesen en el lugar de determinado personaje por medio de comentarios orales o escritos, dramatizaciones, dibujos u otras manifestaciones artísticas.
- Describen a los personajes usando información explícita e implícita del texto.
- Comparan en organizadores gráficos, redacciones o comentarios, personajes de diferentes textos, señalando en qué se parecen y qué diferencias son significativas.
- Subrayan adjetivos o frases en el texto que describen el ambiente.
- Describen, dibujan o recrean el lugar donde ocurre el relato.
- Expresan una postura frente a un hecho, una acción o una actitud de un personaje del texto leído.
- Fundamentan su postura con ejemplos del texto.
- Explican por escrito las similitudes que existen entre al menos dos textos escritos por un mismo autor.
Indicadores Unidad 3
- Aluden, en sus comentarios orales y escritos, a información explícita de un texto.
- Contestan, oralmente o por escrito, preguntas que aluden a información implícita del texto.
- Explican las consecuencias que tienen las acciones de ciertos personajes.
- Explican, oralmente o por escrito, los problemas que enfrentan los personajes y cómo se resuelven.
- Comunican qué sentirían ellos si estuviesen en el lugar de determinado personaje por medio de comentarios orales o escritos, dramatizaciones, dibujos u otras manifestaciones artísticas.
- Comparan en organizadores gráficos, redacciones o comentarios, personajes de diferentes textos, señalando en qué se parecen y qué diferencias son significativas.
- Subrayan adjetivos o frases en el texto que describen el ambiente.
- Describen, dibujan o recrean el lugar donde ocurre el relato.
- Expresan una postura frente a un hecho, una acción o una actitud de un personaje del texto leído.
- Fundamentan su postura con ejemplos del texto.
Indicadores Unidad 4
- Aluden, en sus comentarios orales y escritos, a información explícita de un texto.
- Contestan, oralmente o por escrito, preguntas que aluden a información implícita del texto.
- Explican las consecuencias que tienen las acciones de ciertos personajes.
- Explican, oralmente o por escrito, los problemas que enfrentan los personajes y cómo se resuelven.
- Comunican qué sentirían ellos si estuviesen en el lugar de determinado personaje a través de comentarios orales o escritos, dramatizaciones, dibujos u otras manifestaciones artísticas.
- Comparan en organizadores gráficos, redacciones o comentarios, a personajes de diferentes textos, señalando en qué se parecen y qué diferencias son significativas.
- Subrayan adjetivos o frases en el texto que describen el ambiente.
- Describen, dibujan o recrean el lugar donde ocurre el relato.
- Expresan una postura frente a un hecho, acción o actitud de un personaje del texto leído.
- Fundamentan su postura con ejemplos del texto.
- Describen los temas que usa un autor, por ejemplo, "Me gustan las novelas de Eric Wilson, porque tratan sobre crímenes".
- Mencionan los recursos que usualmente emplea un mismo autor, por ejemplo, "Me gustan las ilustraciones que aparecen en Ogú y Mampato, porque muestran situaciones divertidas. Además me gusta la manera como hablan los personajes en esos comics, Ogú habla muy gracioso".
- Explican por escrito las similitudes que existen entre al menos dos textos escritos por un mismo autor.
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Preguntas
Los ratones patas arriba
Enunciado
LOS RATONES PATAS ARRIBA
Roald Dahl
Érase una vez un anciano de ochenta y siete años que se llamaba Ramón. Toda la vida había sido una persona tranquila y pacífica. Era muy pobre y muy feliz.
Cuando Ramón descubrió que tenía ratones en su casa no le importó mucho al principio. Pero los ratones se multiplicaron. Le empezaron a molestar. Continuaron multiplicándose, hasta que finalmente llegó un momento en que no lo pudo soportar más.
-Esto es demasiado -dijo. -Esto realmente está llegando demasiado lejos. Salió de casa cojeando hacia la tienda al final de la calle, donde compró algunas ratoneras, un pedazo de queso y algo de pegamento. Cuando llegó a casa puso el pegamento en la parte inferior de las ratoneras y las pegó al techo. Luego colocó las carnadas de queso cuidadosamente y las dejó preparadas para que se activaran.
Esa noche, cuando los ratones salieron de sus agujeros y vieron las ratoneras en el techo, pensaron que se trataba de una broma tremenda. Anduvieron por el suelo, dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia arriba con sus patas delanteras riéndose a carcajadas. Después de todo, era
bastante tonto, ratoneras en el techo.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente y vio que no había ningún ratón atrapado en las ratoneras sonrió pero no dijo nada.
Tomó una silla, puso pegamento en la parte inferior de las patas y la pegó patas arriba al techo, cerca de las ratoneras. Hizo lo mismo con la mesa, la televisión y la lámpara. Cogió todo lo que había en el suelo y lo pegó patas arriba en el techo. Incluso puso una pequeña alfombra ahí arriba.
La noche siguiente, cuando los ratones salieron de sus agujeros, todavía estaban bromeando y riéndose de lo que habían visto la noche anterior. Pero esta vez, cuando miraron hacia el techo, dejaron de reírse de repente.
-¡Por el amor de Dios! -gritó uno. -¡Mira ahí arriba! ¡Ahí está el suelo!
-¡Santo cielo! -gritó otro. -¡Debemos de estar parados en el techo!
-Estoy empezando a sentirme un poco mareado, -dijo otro.
-Toda la sangre se me está subiendo a la cabeza, -dijo otro.
-¡Esto es terrible!, -dijo un ratón anciano de bigotes largos. -¡Esto es realmente terrible! ¡Tenemos que hacer algo al respecto inmediatamente!
-¡Me voy a desmayar si tengo que estar cabeza abajo más tiempo!, -gritó un ratón joven.
-¡Yo también!
-¡No lo puedo soportar!
-¡Socorro! ¡Que alguien haga algo, rápido!
Ahora se estaban poniendo histéricos. -Ya sé lo que vamos a hacer, dijo el ratón anciano. Nos pondremos todos cabeza abajo, y así estaremos en la posición adecuada.
Obedientemente, todos se pusieron cabeza abajo, y después de un largo periodo de tiempo, uno a uno, se fueron desmayando debido a que la sangre se les subió al cerebro.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de ratones. Rápidamente los recogió y los metió en un canasto.
Así que lo que tenemos que recordar es lo siguiente: cuando parezca que el mundo está completamente patas arriba, asegúrate de mantener los pies firmes en el suelo.
Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Por qué quería Ramón librarse de los ratones?
Alternativas
A) Siempre había odiado a los ratones.
B) Había demasiados ratones.
C) Se reían demasiado fuerte.
D) Se comieron todo su queso.
Respuesta
B
Se actualizará pronto.
Los ratones patas arriba
Enunciado
LOS RATONES PATAS ARRIBA
Roald Dahl
Érase una vez un anciano de ochenta y siete años que se llamaba Ramón. Toda la vida había sido una persona tranquila y pacífica. Era muy pobre y muy feliz.
Cuando Ramón descubrió que tenía ratones en su casa no le importó mucho al principio. Pero los ratones se multiplicaron. Le empezaron a molestar. Continuaron multiplicándose, hasta que finalmente llegó un momento en que no lo pudo soportar más.
-Esto es demasiado -dijo. -Esto realmente está llegando demasiado lejos. Salió de casa cojeando hacia la tienda al final de la calle, donde compró algunas ratoneras, un pedazo de queso y algo de pegamento. Cuando llegó a casa puso el pegamento en la parte inferior de las ratoneras y las pegó al techo. Luego colocó las carnadas de queso cuidadosamente y las dejó preparadas para que se activaran.
Esa noche, cuando los ratones salieron de sus agujeros y vieron las ratoneras en el techo, pensaron que se trataba de una broma tremenda. Anduvieron por el suelo, dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia arriba con sus patas delanteras riéndose a carcajadas. Después de todo, era
bastante tonto, ratoneras en el techo.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente y vio que no había ningún ratón atrapado en las ratoneras sonrió pero no dijo nada.
Tomó una silla, puso pegamento en la parte inferior de las patas y la pegó patas arriba al techo, cerca de las ratoneras. Hizo lo mismo con la mesa, la televisión y la lámpara. Cogió todo lo que había en el suelo y lo pegó patas arriba en el techo. Incluso puso una pequeña alfombra ahí arriba.
La noche siguiente, cuando los ratones salieron de sus agujeros, todavía estaban bromeando y riéndose de lo que habían visto la noche anterior. Pero esta vez, cuando miraron hacia el techo, dejaron de reírse de repente.
-¡Por el amor de Dios! -gritó uno. -¡Mira ahí arriba! ¡Ahí está el suelo!
-¡Santo cielo! -gritó otro. -¡Debemos de estar parados en el techo!
-Estoy empezando a sentirme un poco mareado, -dijo otro.
-Toda la sangre se me está subiendo a la cabeza, -dijo otro.
-¡Esto es terrible!, -dijo un ratón anciano de bigotes largos. -¡Esto es realmente terrible! ¡Tenemos que hacer algo al respecto inmediatamente!
-¡Me voy a desmayar si tengo que estar cabeza abajo más tiempo!, -gritó un ratón joven.
-¡Yo también!
-¡No lo puedo soportar!
-¡Socorro! ¡Que alguien haga algo, rápido!
Ahora se estaban poniendo histéricos. -Ya sé lo que vamos a hacer, dijo el ratón anciano. Nos pondremos todos cabeza abajo, y así estaremos en la posición adecuada.
Obedientemente, todos se pusieron cabeza abajo, y después de un largo periodo de tiempo, uno a uno, se fueron desmayando debido a que la sangre se les subió al cerebro.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de ratones. Rápidamente los recogió y los metió en un canasto.
Así que lo que tenemos que recordar es lo siguiente: cuando parezca que el mundo está completamente patas arriba, asegúrate de mantener los pies firmes en el suelo.
Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Dónde puso Ramón las ratoneras?
Alternativas
A) En un canasto.
B) Cerca de los agujeros de los ratones.
C) Debajo de las sillas.
D) En el techo.
Respuesta
D
Se actualizará pronto.
Los ratones patas arriba
Enunciado
LOS RATONES PATAS ARRIBA
Roald Dahl
Érase una vez un anciano de ochenta y siete años que se llamaba Ramón. Toda la vida había sido una persona tranquila y pacífica. Era muy pobre y muy feliz.
Cuando Ramón descubrió que tenía ratones en su casa no le importó mucho al principio. Pero los ratones se multiplicaron. Le empezaron a molestar. Continuaron multiplicándose, hasta que finalmente llegó un momento en que no lo pudo soportar más.
-Esto es demasiado -dijo. -Esto realmente está llegando demasiado lejos. Salió de casa cojeando hacia la tienda al final de la calle, donde compró algunas ratoneras, un pedazo de queso y algo de pegamento. Cuando llegó a casa puso el pegamento en la parte inferior de las ratoneras y las pegó al techo. Luego colocó las carnadas de queso cuidadosamente y las dejó preparadas para que se activaran.
Esa noche, cuando los ratones salieron de sus agujeros y vieron las ratoneras en el techo, pensaron que se trataba de una broma tremenda. Anduvieron por el suelo, dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia arriba con sus patas delanteras riéndose a carcajadas. Después de todo, era
bastante tonto, ratoneras en el techo.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente y vio que no había ningún ratón atrapado en las ratoneras sonrió pero no dijo nada.
Tomó una silla, puso pegamento en la parte inferior de las patas y la pegó patas arriba al techo, cerca de las ratoneras. Hizo lo mismo con la mesa, la televisión y la lámpara. Cogió todo lo que había en el suelo y lo pegó patas arriba en el techo. Incluso puso una pequeña alfombra ahí arriba.
La noche siguiente, cuando los ratones salieron de sus agujeros, todavía estaban bromeando y riéndose de lo que habían visto la noche anterior. Pero esta vez, cuando miraron hacia el techo, dejaron de reírse de repente.
-¡Por el amor de Dios! -gritó uno. -¡Mira ahí arriba! ¡Ahí está el suelo!
-¡Santo cielo! -gritó otro. -¡Debemos de estar parados en el techo!
-Estoy empezando a sentirme un poco mareado, -dijo otro.
-Toda la sangre se me está subiendo a la cabeza, -dijo otro.
-¡Esto es terrible!, -dijo un ratón anciano de bigotes largos. -¡Esto es realmente terrible! ¡Tenemos que hacer algo al respecto inmediatamente!
-¡Me voy a desmayar si tengo que estar cabeza abajo más tiempo!, -gritó un ratón joven.
-¡Yo también!
-¡No lo puedo soportar!
-¡Socorro! ¡Que alguien haga algo, rápido!
Ahora se estaban poniendo histéricos. -Ya sé lo que vamos a hacer, dijo el ratón anciano. Nos pondremos todos cabeza abajo, y así estaremos en la posición adecuada.
Obedientemente, todos se pusieron cabeza abajo, y después de un largo periodo de tiempo, uno a uno, se fueron desmayando debido a que la sangre se les subió al cerebro.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de ratones. Rápidamente los recogió y los metió en un canasto.
Así que lo que tenemos que recordar es lo siguiente: cuando parezca que el mundo está completamente patas arriba, asegúrate de mantener los pies firmes en el suelo.
Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Por qué estaban los ratones dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia el techo cuando salieron de sus agujeros la primera noche?
Alternativas
A) Podían ver una silla en el techo.
B) Pensaron que Ramón había hecho algo tonto.
C) Querían el queso de las ratoneras.
D) Tenían miedo de lo que vieron.
Respuesta
B
Se actualizará pronto.
Los ratones patas arriba
Enunciado
LOS RATONES PATAS ARRIBA
Roald Dahl
Érase una vez un anciano de ochenta y siete años que se llamaba Ramón. Toda la vida había sido una persona tranquila y pacífica. Era muy pobre y muy feliz.
Cuando Ramón descubrió que tenía ratones en su casa no le importó mucho al principio. Pero los ratones se multiplicaron. Le empezaron a molestar. Continuaron multiplicándose, hasta que finalmente llegó un momento en que no lo pudo soportar más.
-Esto es demasiado -dijo. -Esto realmente está llegando demasiado lejos. Salió de casa cojeando hacia la tienda al final de la calle, donde compró algunas ratoneras, un pedazo de queso y algo de pegamento. Cuando llegó a casa puso el pegamento en la parte inferior de las ratoneras y las pegó al techo. Luego colocó las carnadas de queso cuidadosamente y las dejó preparadas para que se activaran.
Esa noche, cuando los ratones salieron de sus agujeros y vieron las ratoneras en el techo, pensaron que se trataba de una broma tremenda. Anduvieron por el suelo, dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia arriba con sus patas delanteras riéndose a carcajadas. Después de todo, era
bastante tonto, ratoneras en el techo.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente y vio que no había ningún ratón atrapado en las ratoneras sonrió pero no dijo nada.
Tomó una silla, puso pegamento en la parte inferior de las patas y la pegó patas arriba al techo, cerca de las ratoneras. Hizo lo mismo con la mesa, la televisión y la lámpara. Cogió todo lo que había en el suelo y lo pegó patas arriba en el techo. Incluso puso una pequeña alfombra ahí arriba.
La noche siguiente, cuando los ratones salieron de sus agujeros, todavía estaban bromeando y riéndose de lo que habían visto la noche anterior. Pero esta vez, cuando miraron hacia el techo, dejaron de reírse de repente.
-¡Por el amor de Dios! -gritó uno. -¡Mira ahí arriba! ¡Ahí está el suelo!
-¡Santo cielo! -gritó otro. -¡Debemos de estar parados en el techo!
-Estoy empezando a sentirme un poco mareado, -dijo otro.
-Toda la sangre se me está subiendo a la cabeza, -dijo otro.
-¡Esto es terrible!, -dijo un ratón anciano de bigotes largos. -¡Esto es realmente terrible! ¡Tenemos que hacer algo al respecto inmediatamente!
-¡Me voy a desmayar si tengo que estar cabeza abajo más tiempo!, -gritó un ratón joven.
-¡Yo también!
-¡No lo puedo soportar!
-¡Socorro! ¡Que alguien haga algo, rápido!
Ahora se estaban poniendo histéricos. -Ya sé lo que vamos a hacer, dijo el ratón anciano. Nos pondremos todos cabeza abajo, y así estaremos en la posición adecuada.
Obedientemente, todos se pusieron cabeza abajo, y después de un largo periodo de tiempo, uno a uno, se fueron desmayando debido a que la sangre se les subió al cerebro.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de ratones. Rápidamente los recogió y los metió en un canasto.
Así que lo que tenemos que recordar es lo siguiente: cuando parezca que el mundo está completamente patas arriba, asegúrate de mantener los pies firmes en el suelo.
Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Qué hizo Ramón después de pegar la silla al techo?
Alternativas
A) Sonrió y no dijo nada.
B) Compró algunas ratoneras.
C) Pegó todo al techo.
D) Les dio algo de queso a los ratones.
Respuesta
C
Se actualizará pronto.
Los ratones patas arriba
Enunciado
LOS RATONES PATAS ARRIBA
Roald Dahl
Érase una vez un anciano de ochenta y siete años que se llamaba Ramón. Toda la vida había sido una persona tranquila y pacífica. Era muy pobre y muy feliz.
Cuando Ramón descubrió que tenía ratones en su casa no le importó mucho al principio. Pero los ratones se multiplicaron. Le empezaron a molestar. Continuaron multiplicándose, hasta que finalmente llegó un momento en que no lo pudo soportar más.
-Esto es demasiado -dijo. -Esto realmente está llegando demasiado lejos. Salió de casa cojeando hacia la tienda al final de la calle, donde compró algunas ratoneras, un pedazo de queso y algo de pegamento. Cuando llegó a casa puso el pegamento en la parte inferior de las ratoneras y las pegó al techo. Luego colocó las carnadas de queso cuidadosamente y las dejó preparadas para que se activaran.
Esa noche, cuando los ratones salieron de sus agujeros y vieron las ratoneras en el techo, pensaron que se trataba de una broma tremenda. Anduvieron por el suelo, dándose codazos cariñosos los unos a los otros y señalando hacia arriba con sus patas delanteras riéndose a carcajadas. Después de todo, era
bastante tonto, ratoneras en el techo.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente y vio que no había ningún ratón atrapado en las ratoneras sonrió pero no dijo nada.
Tomó una silla, puso pegamento en la parte inferior de las patas y la pegó patas arriba al techo, cerca de las ratoneras. Hizo lo mismo con la mesa, la televisión y la lámpara. Cogió todo lo que había en el suelo y lo pegó patas arriba en el techo. Incluso puso una pequeña alfombra ahí arriba.
La noche siguiente, cuando los ratones salieron de sus agujeros, todavía estaban bromeando y riéndose de lo que habían visto la noche anterior. Pero esta vez, cuando miraron hacia el techo, dejaron de reírse de repente.
-¡Por el amor de Dios! -gritó uno. -¡Mira ahí arriba! ¡Ahí está el suelo!
-¡Santo cielo! -gritó otro. -¡Debemos de estar parados en el techo!
-Estoy empezando a sentirme un poco mareado, -dijo otro.
-Toda la sangre se me está subiendo a la cabeza, -dijo otro.
-¡Esto es terrible!, -dijo un ratón anciano de bigotes largos. -¡Esto es realmente terrible! ¡Tenemos que hacer algo al respecto inmediatamente!
-¡Me voy a desmayar si tengo que estar cabeza abajo más tiempo!, -gritó un ratón joven.
-¡Yo también!
-¡No lo puedo soportar!
-¡Socorro! ¡Que alguien haga algo, rápido!
Ahora se estaban poniendo histéricos. -Ya sé lo que vamos a hacer, dijo el ratón anciano. Nos pondremos todos cabeza abajo, y así estaremos en la posición adecuada.
Obedientemente, todos se pusieron cabeza abajo, y después de un largo periodo de tiempo, uno a uno, se fueron desmayando debido a que la sangre se les subió al cerebro.
Cuando Ramón bajó a la mañana siguiente el suelo estaba cubierto de ratones. Rápidamente los recogió y los metió en un canasto.
Así que lo que tenemos que recordar es lo siguiente: cuando parezca que el mundo está completamente patas arriba, asegúrate de mantener los pies firmes en el suelo.
Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Por qué estaba el suelo cubierto de ratones cuando Ramón bajó la última mañana?
Alternativas
A) Los ratones habían estado cabeza abajo durante demasiado tiempo.
B) Ramón había dado demasiado queso a los ratones.
C) Los ratones se habían caído del techo.
D) Ramón había puesto pegamento en el suelo.
Respuesta
A
Se actualizará pronto.
Delfín al rescate
Enunciado
DELFIN AL RESCATE$^7$
Wayne Grover$^8$
Hoy Marcos y yo estuvimos a punto de no ir a bucear para buscar tesoros. Parecía que iba a haber mal tiempo, aunque se veían rayos de sol entre las nubes. Marcos conoce el tiempo de la costa mejor que nadie y no le gustaba lo que veía mientras navegaba el barco mar adentro.
Yo observaba el agua en todas direcciones buscando a mi amigo el delfín. Le había salvado la vida al sacarle un anzuelo grande que se le había clavado en la cola cuando era una cría. Le puse el nombre de Lolo y desde entonces ha sido mi compañero submarino.
Hace tiempo, cuando descubrí los restos de un viejo barco español que había naufragado, Lolo estaba nadando a mi lado. Estaba a unos cinco kilómetros de la costa y a veinte metros de profundidad. Lolo también estaba vigilando cada uno de mis movimientos cuando por primera vez encontré una moneda de oro. Dejé escapar un grito de alegría: -¡Yupi!
Y Lolo añadió su clic-clic, ese sonido típico de los delfines. Hasta hoy, solo hemos encontrado unas cuantas monedas de oro pero ¡Es toda una aventura!
-Se acerca mucha lluvia y también bastante viento -dijo Marcos, mientras se asomaba desde la proa del barco, que subía y bajaba. Yo me preguntaba si mi delfín vendría en un día tan tormentoso como este, pero en el mar agitado no se veía ninguna aleta. Entonces, sentí la primera inquietud.
-Hemos llegado. Lanza el ancla -gritó Marcos. Me puse el traje de buceo y la botella de oxígeno, que tenía aire para cuarenta y cinco minutos, y me lancé al mar. Bajé y bajé, hasta que divisé el fondo del océano. Habían pasado casi treinta minutos y solo había conseguido ver rocas y más rocas. Echaba de menos los curiosos ojos de Lolo, observándome. Justo cuando el indicador de reserva de aire señalaba que era el momento de salir a la superficie, vi un brillo de metal. ¡Eran varias argollas de una cadena de oro! Tiré de ella con suavidad y, centímetro a centímetro, medio metro de cadena fue saliendo de entre la arena. Entonces, se quedó enganchada.
Mi reserva de aire se estaba agotando. Tenía que salir a la superficie inmediatamente. Intenté una vez más tirar de la cadena para soltarla, pero estaba agarrada muy fuerte.
Cuando salí a la superficie, Marcos agitaba los brazos con desesperación. Antes de que pudiera contarle lo que había encontrado, me dijo: -¡Tenemos que subir el ancla! Avisaron de fuertes ráfagas de lluvia y viento. ¡Hay que irse!
-Marcos, espera. ¡He encontrado oro! Hay una cadena de oro con piedras preciosas que debe pesar más de dos kilos, pero está enganchada. Quiero volver a bajar para cogerla. ¡Debe valer una fortuna!
-Ni hablar, dijo Marcos. -Las olas llegarán a alcanzar más de cuatro metros. Con oro o sin él, tenemos que subir el ancla e irnos.
El cielo tenía muy mal aspecto, había relámpagos y los truenos sonaban entre las olas.
-Tienes razón, Marcos, ¿pero qué pasa con nuestro tesoro?, respondí yo, enfadado. Me pondré otra botella de oxígeno y volveré a sumergirme para soltar la cadena.
El barco tiraba con fuerza de las cuerdas del ancla. El viento rugía y la lluvia nos golpeaba en la cara.
-De acuerdo -aceptó Marcos-, las cuerdas pueden sujetar el barco otros cinco minutos, pero ni uno más.
Salté al agua y me sumergí hasta el fondo. Allí estaba. La cadena parecía una serpiente de oro enrollada en su cama marina. Me puse a excavar, cada vez más. Parecía que no se acababa nunca. Era una carrera contra el tiempo. Tenía que soltar la cadena y regresar. Miré mi reloj. Habían pasado cuatro minutos. Quizá las inmensas olas ya hubieran arrastrado el barco.
En aquel momento, mis dedos tocaron algo diferente: del extremo de la cadena colgaba un medallón con rubíes incrustados. La cadena entera medía algo más de un metro y tenía diamantes cada cinco argollas; era increíblemente hermosa. Mientras me la enrollaba en el brazo izquierdo, el corazón me golpeaba en el pecho a causa de la emoción. Probablemente me encontraba cerca de otras piezas del tesoro, pero el tiempo se me había acabado. Tenía que salir a la superficie.
Cuando salí, las olas empezaron a sacudirme de un lado a otro. ¡El barco había desaparecido! Me encontraba perdido y solo en medio de un mar agitado por la tormenta. Las nubes eran tan negras que parecía de noche. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Llovía tanto que no conseguía saber en qué dirección estaba la costa.
Durante horas luché por mantenerme a flote, esforzándome por respirar mientras cada ola que pasaba me golpeaba el rostro. Solo, agotado y congelado de frío, me di cuenta de que aquel podía ser mi último día en el mundo. Y eso, ¿por qué?
Por un ancla de oro que me arrastraría hasta el fondo.
Estaba tan cansado que apenas podía moverme. La angustia me invadía. Con la mano derecha toqué la cadena, que seguía enrollada en mi brazo izquierdo. La desenrollé, abrí la mano y dejé que la joya se deslizara lentamente hacia el fondo, de vuelta a su cama marina, donde había permanecido durante casi trescientos años.
-¡Auxilio! -grité en la oscuridad. -¡Que alguien me ayude! -grité, aun sabiendo que nadie me oiría
¡Plof! ¡Plof! De repente, el agua reventó a mí alrededor produciendo un fuerte ¡Bum! Entonces, oí el sonido más placentero que jamás podré escuchar. Era el sonido de un delfín.
-¿Eres tú, Lolo? -susurré. Me sentía tan cansado que apenas podía mover los brazos, pero conseguí agarrarme a su aleta dorsal con las dos manos. Lolo dejó escapar un animado canturreo y empezó a nadar despacio, arrastrándome por el agua durante horas.
Yo pensaba: "¿Quién se va a creer esto?" Ni yo mismo me creía lo que estaba sucediendo. Nos acercamos poco a poco a la costa hasta que pude oír cómo rompían las olas. Lolo me llevó hasta la playa y dejé caer las piernas. Toqué el suelo con los pies. Estaba a salvo.
Lolo flotaba cerca de mí y susurraba su alegre canto de delfín. Le debía la vida, que de una manera absurda yo había arriesgado por una cadena de oro. Se dio la vuelta y nadó mar adentro, sumergiéndose hasta que lo perdí de vista. -Gracias, Lolo. Gracias por salvarme le vida -grité.
$^7$Este texto y sus preguntas solo fueron utilizados en el estudio piloto y no se publicaron datos sobre niveles de comprensión ni porcentajes de aciertos.
$^8$Adaptado de Dolphin Treasure, de Waybe Grover, e ilustrado por Jim Fowler. Publicado por Harper Collins Publishers, Nueva York 1996. Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Cómo empezó la amistad entre el buzo que narra la historia y Lolo, el delfín?
Alternativas
A) El buzo le sacó un anzuelo de la cola a Lolo.
B) Lolo ayudaba al buzo a buscar tesoros.
C) El buzo daba de comer a Lolo todos los días.
D) Lolo liberó al buzo de una red submarina.
Respuesta
A
Se actualizará pronto.
Delfín al rescate
Enunciado
DELFIN AL RESCATE$^7$
Wayne Grover$^8$
Hoy Marcos y yo estuvimos a punto de no ir a bucear para buscar tesoros. Parecía que iba a haber mal tiempo, aunque se veían rayos de sol entre las nubes. Marcos conoce el tiempo de la costa mejor que nadie y no le gustaba lo que veía mientras navegaba el barco mar adentro.
Yo observaba el agua en todas direcciones buscando a mi amigo el delfín. Le había salvado la vida al sacarle un anzuelo grande que se le había clavado en la cola cuando era una cría. Le puse el nombre de Lolo y desde entonces ha sido mi compañero submarino.
Hace tiempo, cuando descubrí los restos de un viejo barco español que había naufragado, Lolo estaba nadando a mi lado. Estaba a unos cinco kilómetros de la costa y a veinte metros de profundidad. Lolo también estaba vigilando cada uno de mis movimientos cuando por primera vez encontré una moneda de oro. Dejé escapar un grito de alegría: -¡Yupi!
Y Lolo añadió su clic-clic, ese sonido típico de los delfines. Hasta hoy, solo hemos encontrado unas cuantas monedas de oro pero ¡Es toda una aventura!
-Se acerca mucha lluvia y también bastante viento -dijo Marcos, mientras se asomaba desde la proa del barco, que subía y bajaba. Yo me preguntaba si mi delfín vendría en un día tan tormentoso como este, pero en el mar agitado no se veía ninguna aleta. Entonces, sentí la primera inquietud.
-Hemos llegado. Lanza el ancla -gritó Marcos. Me puse el traje de buceo y la botella de oxígeno, que tenía aire para cuarenta y cinco minutos, y me lancé al mar. Bajé y bajé, hasta que divisé el fondo del océano. Habían pasado casi treinta minutos y solo había conseguido ver rocas y más rocas. Echaba de menos los curiosos ojos de Lolo, observándome. Justo cuando el indicador de reserva de aire señalaba que era el momento de salir a la superficie, vi un brillo de metal. ¡Eran varias argollas de una cadena de oro! Tiré de ella con suavidad y, centímetro a centímetro, medio metro de cadena fue saliendo de entre la arena. Entonces, se quedó enganchada.
Mi reserva de aire se estaba agotando. Tenía que salir a la superficie inmediatamente. Intenté una vez más tirar de la cadena para soltarla, pero estaba agarrada muy fuerte.
Cuando salí a la superficie, Marcos agitaba los brazos con desesperación. Antes de que pudiera contarle lo que había encontrado, me dijo: -¡Tenemos que subir el ancla! Avisaron de fuertes ráfagas de lluvia y viento. ¡Hay que irse!
-Marcos, espera. ¡He encontrado oro! Hay una cadena de oro con piedras preciosas que debe pesar más de dos kilos, pero está enganchada. Quiero volver a bajar para cogerla. ¡Debe valer una fortuna!
-Ni hablar, dijo Marcos. -Las olas llegarán a alcanzar más de cuatro metros. Con oro o sin él, tenemos que subir el ancla e irnos.
El cielo tenía muy mal aspecto, había relámpagos y los truenos sonaban entre las olas.
-Tienes razón, Marcos, ¿pero qué pasa con nuestro tesoro?, respondí yo, enfadado. Me pondré otra botella de oxígeno y volveré a sumergirme para soltar la cadena.
El barco tiraba con fuerza de las cuerdas del ancla. El viento rugía y la lluvia nos golpeaba en la cara.
-De acuerdo -aceptó Marcos-, las cuerdas pueden sujetar el barco otros cinco minutos, pero ni uno más.
Salté al agua y me sumergí hasta el fondo. Allí estaba. La cadena parecía una serpiente de oro enrollada en su cama marina. Me puse a excavar, cada vez más. Parecía que no se acababa nunca. Era una carrera contra el tiempo. Tenía que soltar la cadena y regresar. Miré mi reloj. Habían pasado cuatro minutos. Quizá las inmensas olas ya hubieran arrastrado el barco.
En aquel momento, mis dedos tocaron algo diferente: del extremo de la cadena colgaba un medallón con rubíes incrustados. La cadena entera medía algo más de un metro y tenía diamantes cada cinco argollas; era increíblemente hermosa. Mientras me la enrollaba en el brazo izquierdo, el corazón me golpeaba en el pecho a causa de la emoción. Probablemente me encontraba cerca de otras piezas del tesoro, pero el tiempo se me había acabado. Tenía que salir a la superficie.
Cuando salí, las olas empezaron a sacudirme de un lado a otro. ¡El barco había desaparecido! Me encontraba perdido y solo en medio de un mar agitado por la tormenta. Las nubes eran tan negras que parecía de noche. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Llovía tanto que no conseguía saber en qué dirección estaba la costa.
Durante horas luché por mantenerme a flote, esforzándome por respirar mientras cada ola que pasaba me golpeaba el rostro. Solo, agotado y congelado de frío, me di cuenta de que aquel podía ser mi último día en el mundo. Y eso, ¿por qué?
Por un ancla de oro que me arrastraría hasta el fondo.
Estaba tan cansado que apenas podía moverme. La angustia me invadía. Con la mano derecha toqué la cadena, que seguía enrollada en mi brazo izquierdo. La desenrollé, abrí la mano y dejé que la joya se deslizara lentamente hacia el fondo, de vuelta a su cama marina, donde había permanecido durante casi trescientos años.
-¡Auxilio! -grité en la oscuridad. -¡Que alguien me ayude! -grité, aun sabiendo que nadie me oiría
¡Plof! ¡Plof! De repente, el agua reventó a mí alrededor produciendo un fuerte ¡Bum! Entonces, oí el sonido más placentero que jamás podré escuchar. Era el sonido de un delfín.
-¿Eres tú, Lolo? -susurré. Me sentía tan cansado que apenas podía mover los brazos, pero conseguí agarrarme a su aleta dorsal con las dos manos. Lolo dejó escapar un animado canturreo y empezó a nadar despacio, arrastrándome por el agua durante horas.
Yo pensaba: "¿Quién se va a creer esto?" Ni yo mismo me creía lo que estaba sucediendo. Nos acercamos poco a poco a la costa hasta que pude oír cómo rompían las olas. Lolo me llevó hasta la playa y dejé caer las piernas. Toqué el suelo con los pies. Estaba a salvo.
Lolo flotaba cerca de mí y susurraba su alegre canto de delfín. Le debía la vida, que de una manera absurda yo había arriesgado por una cadena de oro. Se dio la vuelta y nadó mar adentro, sumergiéndose hasta que lo perdí de vista. -Gracias, Lolo. Gracias por salvarme le vida -grité.
$^7$Este texto y sus preguntas solo fueron utilizados en el estudio piloto y no se publicaron datos sobre niveles de comprensión ni porcentajes de aciertos.
$^8$Adaptado de Dolphin Treasure, de Waybe Grover, e ilustrado por Jim Fowler. Publicado por Harper Collins Publishers, Nueva York 1996. Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
Busca la parte de la historia que tiene una nube como esta:
¿Qué le causó al buzo "la primera inquietud"?
Alternativas
A) Que el barco estaba a unos cinco kilómetros de la costa.
B) Que Marcos se asomaba desde la proa.
C) Que no había ni rastro de Lolo.
D) Que no le quedaba más aire en la botella de oxígeno.
Respuesta
C
Delfín al rescate
Enunciado
DELFIN AL RESCATE$^7$
Wayne Grover$^8$
Hoy Marcos y yo estuvimos a punto de no ir a bucear para buscar tesoros. Parecía que iba a haber mal tiempo, aunque se veían rayos de sol entre las nubes. Marcos conoce el tiempo de la costa mejor que nadie y no le gustaba lo que veía mientras navegaba el barco mar adentro.
Yo observaba el agua en todas direcciones buscando a mi amigo el delfín. Le había salvado la vida al sacarle un anzuelo grande que se le había clavado en la cola cuando era una cría. Le puse el nombre de Lolo y desde entonces ha sido mi compañero submarino.
Hace tiempo, cuando descubrí los restos de un viejo barco español que había naufragado, Lolo estaba nadando a mi lado. Estaba a unos cinco kilómetros de la costa y a veinte metros de profundidad. Lolo también estaba vigilando cada uno de mis movimientos cuando por primera vez encontré una moneda de oro. Dejé escapar un grito de alegría: -¡Yupi!
Y Lolo añadió su clic-clic, ese sonido típico de los delfines. Hasta hoy, solo hemos encontrado unas cuantas monedas de oro pero ¡Es toda una aventura!
-Se acerca mucha lluvia y también bastante viento -dijo Marcos, mientras se asomaba desde la proa del barco, que subía y bajaba. Yo me preguntaba si mi delfín vendría en un día tan tormentoso como este, pero en el mar agitado no se veía ninguna aleta. Entonces, sentí la primera inquietud.
-Hemos llegado. Lanza el ancla -gritó Marcos. Me puse el traje de buceo y la botella de oxígeno, que tenía aire para cuarenta y cinco minutos, y me lancé al mar. Bajé y bajé, hasta que divisé el fondo del océano. Habían pasado casi treinta minutos y solo había conseguido ver rocas y más rocas. Echaba de menos los curiosos ojos de Lolo, observándome. Justo cuando el indicador de reserva de aire señalaba que era el momento de salir a la superficie, vi un brillo de metal. ¡Eran varias argollas de una cadena de oro! Tiré de ella con suavidad y, centímetro a centímetro, medio metro de cadena fue saliendo de entre la arena. Entonces, se quedó enganchada.
Mi reserva de aire se estaba agotando. Tenía que salir a la superficie inmediatamente. Intenté una vez más tirar de la cadena para soltarla, pero estaba agarrada muy fuerte.
Cuando salí a la superficie, Marcos agitaba los brazos con desesperación. Antes de que pudiera contarle lo que había encontrado, me dijo: -¡Tenemos que subir el ancla! Avisaron de fuertes ráfagas de lluvia y viento. ¡Hay que irse!
-Marcos, espera. ¡He encontrado oro! Hay una cadena de oro con piedras preciosas que debe pesar más de dos kilos, pero está enganchada. Quiero volver a bajar para cogerla. ¡Debe valer una fortuna!
-Ni hablar, dijo Marcos. -Las olas llegarán a alcanzar más de cuatro metros. Con oro o sin él, tenemos que subir el ancla e irnos.
El cielo tenía muy mal aspecto, había relámpagos y los truenos sonaban entre las olas.
-Tienes razón, Marcos, ¿pero qué pasa con nuestro tesoro?, respondí yo, enfadado. Me pondré otra botella de oxígeno y volveré a sumergirme para soltar la cadena.
El barco tiraba con fuerza de las cuerdas del ancla. El viento rugía y la lluvia nos golpeaba en la cara.
-De acuerdo -aceptó Marcos-, las cuerdas pueden sujetar el barco otros cinco minutos, pero ni uno más.
Salté al agua y me sumergí hasta el fondo. Allí estaba. La cadena parecía una serpiente de oro enrollada en su cama marina. Me puse a excavar, cada vez más. Parecía que no se acababa nunca. Era una carrera contra el tiempo. Tenía que soltar la cadena y regresar. Miré mi reloj. Habían pasado cuatro minutos. Quizá las inmensas olas ya hubieran arrastrado el barco.
En aquel momento, mis dedos tocaron algo diferente: del extremo de la cadena colgaba un medallón con rubíes incrustados. La cadena entera medía algo más de un metro y tenía diamantes cada cinco argollas; era increíblemente hermosa. Mientras me la enrollaba en el brazo izquierdo, el corazón me golpeaba en el pecho a causa de la emoción. Probablemente me encontraba cerca de otras piezas del tesoro, pero el tiempo se me había acabado. Tenía que salir a la superficie.
Cuando salí, las olas empezaron a sacudirme de un lado a otro. ¡El barco había desaparecido! Me encontraba perdido y solo en medio de un mar agitado por la tormenta. Las nubes eran tan negras que parecía de noche. Un escalofrío me recorrió el cuerpo. Llovía tanto que no conseguía saber en qué dirección estaba la costa.
Durante horas luché por mantenerme a flote, esforzándome por respirar mientras cada ola que pasaba me golpeaba el rostro. Solo, agotado y congelado de frío, me di cuenta de que aquel podía ser mi último día en el mundo. Y eso, ¿por qué?
Por un ancla de oro que me arrastraría hasta el fondo.
Estaba tan cansado que apenas podía moverme. La angustia me invadía. Con la mano derecha toqué la cadena, que seguía enrollada en mi brazo izquierdo. La desenrollé, abrí la mano y dejé que la joya se deslizara lentamente hacia el fondo, de vuelta a su cama marina, donde había permanecido durante casi trescientos años.
-¡Auxilio! -grité en la oscuridad. -¡Que alguien me ayude! -grité, aun sabiendo que nadie me oiría
¡Plof! ¡Plof! De repente, el agua reventó a mí alrededor produciendo un fuerte ¡Bum! Entonces, oí el sonido más placentero que jamás podré escuchar. Era el sonido de un delfín.
-¿Eres tú, Lolo? -susurré. Me sentía tan cansado que apenas podía mover los brazos, pero conseguí agarrarme a su aleta dorsal con las dos manos. Lolo dejó escapar un animado canturreo y empezó a nadar despacio, arrastrándome por el agua durante horas.
Yo pensaba: "¿Quién se va a creer esto?" Ni yo mismo me creía lo que estaba sucediendo. Nos acercamos poco a poco a la costa hasta que pude oír cómo rompían las olas. Lolo me llevó hasta la playa y dejé caer las piernas. Toqué el suelo con los pies. Estaba a salvo.
Lolo flotaba cerca de mí y susurraba su alegre canto de delfín. Le debía la vida, que de una manera absurda yo había arriesgado por una cadena de oro. Se dio la vuelta y nadó mar adentro, sumergiéndose hasta que lo perdí de vista. -Gracias, Lolo. Gracias por salvarme le vida -grité.
$^7$Este texto y sus preguntas solo fueron utilizados en el estudio piloto y no se publicaron datos sobre niveles de comprensión ni porcentajes de aciertos.
$^8$Adaptado de Dolphin Treasure, de Waybe Grover, e ilustrado por Jim Fowler. Publicado por Harper Collins Publishers, Nueva York 1996. Extraído de la versión española publicada por el Ministerio de Educación de España, 2009.
¿Qué vio el buzo cuando su reserva de aire se estaba agotando?
Alternativas
A) Un barco hundido.
B) Una moneda de oro.
C) Un cañón oxidado.
D) Una cadena de oro.
Respuesta
D
Descripción oral o escrita
Enunciado
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok que ofrecía a los espíritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que viajaba por la Tierra.
Cierto día en uno de sus viajes Kiviok encontró un lago por casualidad y como la noche se acercaba decidió levantar su campamento ahí. Viendo como el hielo se formaría sobre el agua Kiviok decidió hacer un gran fuego para lo cual sacó su gran hacha y comenzó a cortar árboles como combustible. Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol una viruta de madera cayó al agua y un pez nació. El pescado mirando a Kiviok se burló de él pero Kiviok no le prestó mucha atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez pero a medida que las virutas de madera caían en el agua éstas se convertían en pescados y más y más peces se burlaban de él.
Finalmente los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los aires que parecía de noche aun siendo de día; cada viruta que caía en el lago se convertía en un pez. Cada árbol diferente cortado por Kiviok produjo un tipo de pez diferente desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando hasta que finalmente disminuyó su rabia y alzó la vista. Al mirar a su alrededor Kiviok se dio cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. Por otra parte los lagos y los mares estaban repletos de peces.
Mito Inuit fragmento sacado de http://www.cervantesvirtual.com
"
Según lo leído en el texto ¿por qué el chamán Kiviok era el más poderoso?
Alternativas
A) Porque ofrecía su luz y calor a los espíritus.
B) Porque los espíritus le tenía mucho aprecio.
C) Porque era hijo de un espíritu.
D) Porque vivió muchas aventuras viajando por toda la Tierra.
Respuesta
A
En el primer parrafo del texto se puede encontrar que el chamán Kiviok tambien conocido como "Kivok" era el más poderoso debido a que ofrecía a los espiritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales.
Alución oral o escrita
Enunciado
El Niño y los Clavos
Había un niño que tenía muy mal carácter. Un día su padre le dio una bolsa con clavos y le dijo que cada vez que perdiera la calma clavase un clavo en la cerca del patio de la casa. El primer día el niño clavó 37 clavos. Al día siguiente menos y así el resto de los días. Él pequeño se iba dando cuenta que era más fácil controlar su genio y su mal carácter que tener que clavar los clavos en la cerca. Finalmente llegó el día en que el niño no perdió la calma ni una sola vez y fue alegre a contárselo a su padre. ¡Había conseguido finalmente controlar su mal temperamento! Su padre muy contento y satisfecho le sugirió entonces que por cada día que controlase su carácter sacase un clavo de la cerca. Los días pasaron y cuando el niño terminó de sacar todos los clavos fue a decírselo a su padre.
Entonces el padre llevó a su hijo de la mano hasta la cerca y le dijo: - "Has trabajo duro para clavar y quitar los clavos de esta cerca pero fíjate en todos los agujeros que quedaron. Jamás será la misma. Lo que quiero decir es que cuando dices o haces cosas con mal genio enfado y mal carácter dejas una cicatriz como estos agujeros en la cerca. Ya no importa que pidas perdón. La herida siempre estará allí. Y una herida física es igual que una herida verbal. Los amigos así como los padres y toda la familia son verdaderas joyas a quienes hay que valorar. Ellos te sonríen y te animan a mejorar. Te escuchan comparten una palabra de aliento y siempre tienen su corazón abierto para recibirte". Las palabras de su padre así como la experiencia vivida con los clavos hicieron que el niño reflexionase sobre las consecuencias de su carácter.
Bustamante Pérez Alicia Elina and Elizabeth Altamirano Paico. Institución Educativa Nº 17245 del caserío de Coca Enrique del distrito de Cajaruro provincia de Utcubamba región de Amazonas. (2019).
"
¿Por qué el niño clavaba los clavos en la cerca?
Alternativas
A) Porque su padre se lo había pedido.
B) Para intentar controlar su temperamento.
C) Para arreglar la cerca.
D) Para darse cuenta de las marcas que dejaba.
Respuesta
B
El niño clavaba los clavos en la cerca para que intentara controlar su temperamento a medida que se diera cuenta que era más fácil controlarse que clavar el clavo disminuirian sus rabias.
Alución oral o escrita
Enunciado
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok que ofrecía a los espíritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que viajaba por la Tierra.
Cierto día en uno de sus viajes Kiviok encontró un lago por casualidad y como la noche se acercaba decidió levantar su campamento ahí. Viendo como el hielo se formaría sobre el agua Kiviok decidió hacer un gran fuego para lo cual sacó su gran hacha y comenzó a cortar árboles como combustible. Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol una viruta de madera cayó al agua y un pez nació. El pescado mirando a Kiviok se burló de él pero Kiviok no le prestó mucha atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez pero a medida que las virutas de madera caían en el agua éstas se convertían en pescados y más y más peces se burlaban de él.
Finalmente los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los aires que parecía de noche aun siendo de día; cada viruta que caía en el lago se convertía en un pez. Cada árbol diferente cortado por Kiviok produjo un tipo de pez diferente desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando hasta que finalmente disminuyó su rabia y alzó la vista. Al mirar a su alrededor Kiviok se dio cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. Por otra parte los lagos y los mares estaban repletos de peces.
Mito Inuit fragmento sacado de http://www.cervantesvirtual.com
"
Según el texto ¿cómo comenzaron a aparecer los peces?
"
Alternativas
A) Cuando el Chamán comenzó a hacer fuego.
B) Cuando el Chamán sacó su hacha y comenzó a cortar árboles.
C) Cuando una viruta de madera cayó en el agua.
D) Cuando el Chamán terminó de cortar todo lo que encontró.
Respuesta
C
Según el texto los peces comenzaron a aparecer una vez que el chamán comenzó a cortar los árboles y una viruta de madera cayó en el agua.
Relatos
Enunciado
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok que ofrecía a los espíritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que viajaba por la Tierra.
Cierto día en uno de sus viajes Kiviok encontró un lago por casualidad y como la noche se acercaba decidió levantar su campamento ahí. Viendo como el hielo se formaría sobre el agua Kiviok decidió hacer un gran fuego para lo cual sacó su gran hacha y comenzó a cortar árboles como combustible. Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol una viruta de madera cayó al agua y un pez nació. El pescado mirando a Kiviok se burló de él pero Kiviok no le prestó mucha atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez pero a medida que las virutas de madera caían en el agua éstas se convertían en pescados y más y más peces se burlaban de él.
Finalmente los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los aires que parecía de noche aun siendo de día; cada viruta que caía en el lago se convertía en un pez. Cada árbol diferente cortado por Kiviok produjo un tipo de pez diferente desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando hasta que finalmente disminuyó su rabia y alzó la vista. Al mirar a su alrededor Kiviok se dio cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. Por otra parte los lagos y los mares estaban repletos de peces.
Mito Inuit fragmento sacado de http://www.cervantesvirtual.com
"
¿Dónde ocurre el relato?
Alternativas
A) Cerca de la montaña al lado de un río azul.
B) Al lado de una cascada cristalina.
C) En un campo verde y lleno de flores.
Respuesta
B
Dentro del inicio del mito se hace referencia que el relato se desarrolló en un lago donde habían muchos árboles. Alternativa correcta B.
Banco de Preguntas [Banco de preguntas-LE4 OA04-1029777] Lenguaje y comunicación / Lengua y literatura 4
Enunciado
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok que ofrecía a los espíritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que viajaba por la Tierra.
Cierto día en uno de sus viajes Kiviok encontró un lago por casualidad y como la noche se acercaba decidió levantar su campamento ahí. Viendo como el hielo se formaría sobre el agua Kiviok decidió hacer un gran fuego para lo cual sacó su gran hacha y comenzó a cortar árboles como combustible. Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol una viruta de madera cayó al agua y un pez nació. El pescado mirando a Kiviok se burló de él pero Kiviok no le prestó mucha atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez pero a medida que las virutas de madera caían en el agua éstas se convertían en pescados y más y más peces se burlaban de él.
Finalmente los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los aires que parecía de noche aun siendo de día; cada viruta que caía en el lago se convertía en un pez. Cada árbol diferente cortado por Kiviok produjo un tipo de pez diferente desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando hasta que finalmente disminuyó su rabia y alzó la vista. Al mirar a su alrededor Kiviok se dio cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. Por otra parte los lagos y los mares estaban repletos de peces.
Mito Inuit fragmento sacado de http://www.cervantesvirtual.com
"
¿Cómo se sentía el chamán Kiviok en el cuarto párrafo relato?
Alternativas
A) Presumido
B) Enamorado
C) Encantador
D) Enfurecido
Respuesta
D
En este mito el chamán fue descrito como lleno de rabia puesto que "enfurecido" cortó todos los árboles del lago.
Interpretación de episodios
Enunciado
¿Por qué no hay árboles?
En la mitología inuit ningún chamán es tan conocido como Kiviok que ofrecía a los espíritus su luz y calor por lo cual fue dotado con poderes especiales. Con estos dones se convirtió en el chamán más poderoso y vivió muchas aventuras a medida que viajaba por la Tierra.
Cierto día en uno de sus viajes Kiviok encontró un lago por casualidad y como la noche se acercaba decidió levantar su campamento ahí. Viendo como el hielo se formaría sobre el agua Kiviok decidió hacer un gran fuego para lo cual sacó su gran hacha y comenzó a cortar árboles como combustible. Mientras Kiviok cortaba árbol tras árbol una viruta de madera cayó al agua y un pez nació. El pescado mirando a Kiviok se burló de él pero Kiviok no le prestó mucha atención.
Kiviok intentaba no hacer caso al pez pero a medida que las virutas de madera caían en el agua éstas se convertían en pescados y más y más peces se burlaban de él.
Finalmente los peces acabaron con la paciencia de Kiviok y este poderoso chamán enfureció y comenzó a cortar todo. Tal cantidad de virutas y trozos saltaban por los aires que parecía de noche aun siendo de día; cada viruta que caía en el lago se convertía en un pez. Cada árbol diferente cortado por Kiviok produjo un tipo de pez diferente desde la trucha al salmón. Kiviok siguió cortando y cortando hasta que finalmente disminuyó su rabia y alzó la vista. Al mirar a su alrededor Kiviok se dio cuenta de que ya no quedaba ningún árbol. Por otra parte los lagos y los mares estaban repletos de peces.
Mito Inuit fragmento sacado de http://www.cervantesvirtual.com
"
¿Cuál es la consecuencia del comportamiento del chamán?
Alternativas
Convirtió los árboles en estrellas.
"
B) No logró encender el fuego porque se quedó sin madera.
C) Lleno el lago de distintos tipos de peces.
Respuesta
D
El chamán no logró medir sus actos y sin darse cuenta lleno del lago de muchos y distintos tipos de peces. Alternativa correcta D.