Aprendo en Línea Ministerio de Educación Chile

Fuerte San Carlos y polvorín

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Descripción

El archipiélago de Chiloé, la posesión más austral del imperio español en América, conformó durante el período colonial una sociedad marcada por el aislamiento, la pobreza y el marcado sincretismo cultural. Descubierto en 1553 por el marino Francisco de Ulloa, fue conquistado por Martín Ruiz de Gamboa recién en 1567. Durante los años que siguieron a la conquista, Chiloé sufrió una constante sangría demográfica, hasta la gran rebelión mapuche, que trajo como consecuencia que muchos españoles e indios amigos que arrancaban del desastre se asentaran en la Isla Grande y sus alrededores. A comienzos del siglo XVII llegan los primeros jesuitas a Chiloé. A partir de entonces, la sociedad chilota se fue consolidando paulatinamente, aun cuando tendría que hacer frente a nuevas amenazas, como la de los corsarios holandeses, Baltasar de Cordes (1600) y Enrique Brouwer (1643). Medio siglo más tarde, Chiloé se transformaba en un punto estratégico para la exportación de madera hacia el Perú, lo que redundó en un progresivo aumento del trabajo exigido a la población indígena encomendada. Ello generó la rebelión huilliche de 1712, que fue brutalmente reprimida, aun cuando en los años siguientes se dictaron reglamentos que en algo aliviaron la situación de los indígenas.

Su situación estratégica desde lo militar y comercial permitió que en 1767 pasara a depender directamente del Virreinato del Perú y que se fundara la ciudad de Ancud, cabecera militar de la isla. Este contexto la hacía un lugar que necesariamente debía ser protegido. Las primeras fortificaciones fueron muy precarias. Posteriormente se trajeron ingenieros desde Italia, que no tardaron en diseñar y erigir fortificaciones de calidad. Más tarde, esta labor fue asumida por ingenieros hispanos expertos en las guerras de Flandes e Italia. En mitad del siglo XVII, la construcción de fuertes estuvo a cargo del Real Cuerpo de Ingenieros Militares de España. A ellos correspondió desarrollar nuevas técnicas defensivas, que aplicaron con eficacia en la construcción de fortalezas. Cabe reconocer que rara vez visitaron Chile, pero su participación se hacía patente en el reforzamiento de las fortificaciones del territorio comprendido entre Valdivia y el Estrecho de Magallanes. Ya en el siglo XVIII los ingenieros militares se anticiparon a introducir en sus diseños arquitectónicos el sello neoclásico propio de las fortificaciones de la época. Convirtieron, por lo demás, estas construcciones defensivas en centros de expansión territorial, agrícola y comercial.

Ejemplo de ello es, en el caso de Chiloé, la apertura del camino de Caicumeo, que unió los poblados de San Carlos de Ancud y Santiago de Castro. El Fuerte San Carlos, ubicado en la Comuna de Ancud, Región de Los Lagos, es parte de las fortificaciones iniciadas en la Bahía de Lacuy en el año 1768, que aseguraban el tránsito de las naves de comercio de las colonias de España en América. Su ubicación buscaba concentrar la población dispersa en diferentes puntos de la isla en este lugar, formando parte de un sistema de defensa de ocho puestos ubicados al norte de la Isla de Chiloé que debía proteger el Canal de Chacao. Fue construido y diseñado por el teniente coronel don Carlos de Beranguer y Dusmet y constituye el sitio fundacional de la actual ciudad de Ancud, fundamental como registro material de la historia de los pobladores del sector. Hoy, el Fuerte San Carlos conserva el polvorín, estructura edificada en albañilería de ladrillo y techumbre de piedra y está semienterrado y cubierto de vegetación, no obstante, aún permite observar el trazado de su estructura. El polvorín ubicado a un costado cuenta con un sector de visitas turísticas.

Tipo: Ficha Monumento

Colección: Consejo de Monumentos Nacionales (CMN)

Distribución territorial: Región de Los Lagos/Provincia de Chiloé/Ancud

Latitud y longitud: -41.86186579343314,-73.82750805974911